The People of Gibraltar
1920 - Carolina Marcial Dorado - Notoriamente Española

Born in 1889 Carolina Marcial Dorado was a contemporary of Vicente Blasco Ibañez. She left Spain for the United States when she was a young girl and later life became a professor in the liberal arts women's Bernard College of New York. She was well known in the early 20th century for several works that were widely used as Spanish text books in the States.

Author, playwright and habitual traveller, she seemed to have enjoyed writing about the places she visited. Her multi-volume work Impresiones de España which was published in 1920, includes an entire section on Gibraltar. 

It is a curious travelogue in that unlike most other visitors it views Gibraltar as a civilian town rather than a military fortress. Canons and bastions are ignored and the local population is given the importance it deserves yet viewed as essentially Spanish. However unwelcome this might seem to many a modern Gibraltarian, it is  - at any rate to this reader - a warm and charming perspective

Impresiones de España - Gibraltar 
Por fin  aparece la inmensa roca de Gibraltar. Parece un león que duerme, que descansa o que tal vez  medita preocupado. Las olas se estrellan perezosas a sus pies, unas nubecillas blancas flotan pacíficamente por encima del árido peñón y sin numero de lanchas y fragatas van y vienen de la roca monstruo a las costas africanas y españolas. 

Gibraltar from Spain  ( 1920s - Cecil A Hunt )
En el muelle gritan los vendedores de flores y frutas, lloriquean pidiendo limosna algunos pintorescas mendigos,  pitan las sirenas de las  lanchas  de  vapor, y todos estos múltiples ruidos se confunden con las lejanas y penetrantes notas de una corneta y con el repiqueteo continuo de un tambor lejano,  allá en la fortaleza. 
La  ciudad se extiende por el lado oeste de la roca en una serie de calles estrechas, de casitas cuadradas y  blancas en su mayoría, como  casas de muñecas. La vista de estas casitas alegra mi alma. Son idénticas a las  españolas: blancas, de azul delicado, de suave color de rosa o de amarillo tenue; los mismos balconcitos coquetones y los tejados de acanelada teja  de un rojo vivo; la misma profusión de flores: la misma clase de cafés, de tiendecitas y bodegones donde se  reúnen los desocupados a beber manzanilla y aguardiente, y a cantar malagueñas y  soleares con unos ¡ayes! que llegan  al alma. 

Selling asses milk in Gibraltar  ( 19th century - William Mein Smith ) ( see LINK )
Las casas de comercio, los cafés  y  los tienduchos son de aspecto puramente español, pero tienen  letreros  en ingles. Son ingleses también los soldados de casaca encarnada y bastoncillo de bambú flexible y las mujeres de rosada tez, de impávidos ojos azules y cuerpos angulosos y desgarbados. Allí vende  Inglaterra su aromoso te y sus ricos paños ingleses. Pero la ciudad y el alma de Gibraltar son tan españolas como lo eran en 1704, cuando la Gran Bretaña se posesiono de la roca invulnerable . . .  ( see LINK
Por  las  calles  caminan, en chancletas, imponentes moros de flotantes túnicas y blancos y vistosos turbantes; indios de tez oscura y ojos  penetrantes; españoles de sombrero cordobés  y ancha faja; agraciadas andaluzas de ojos negros; ávidos  turistas; marineros de todas las naciones del mundo; y el policía inglés, robusto, erguido, impasible  .  .  . mirándolo y vigilándolo todo. 

Gibraltar policeman     ( Late 19th century  -  Triay Family collection )
Al  toque de retreta se cierran las puertas de la ciudad. En  Gibraltar solo pernoctan ciudadanos ingleses  o  residentes  de  allí; a los demás se les exige un pase. Los jornaleros españoles de San Roque, pueblo vecino, tienen que abandonar la ciudad antes de la caída de la noche. A la hora del crepúsculo repiquetea lentamente  una campana, y al oír  aquel  sonido  quejumbroso que tiene un carácter tétrico de alarma y peligro,  se  llena la calle de  abigarrados trabajadores españoles, los cuales se apresuran a salir de la ciudad antes de que las puertas de la muralla se cierren.  
La inmensa mole roquiza se estremece con un fuerte cañonazo y el oficial de guardia marcha hacia la entrada. Le acompaña un piquete de soldados: se dirigen a cerrar las puertas marchando silenciosos  y  arrogantes a los  acordes de las flautas escocesas y de los tambores ingleses. 
Al  toque de diana se oyen de nuevo acordes  marciales: es que una  compañía marcha  a abrir las puertas de la fortificación. Van aquellos soldados erguidos, tiesos; cruzan las estrechas calles; sus chaquetas encarnadas con botones plateados se destacan y brillan con los  primeros  rayos del  sol, y sus  pasos  acompasados  y  precisos  resuenan a unisonó sobre el limpio empedrado del pavimento. Por la noche el aspecto español de Gibraltar se intensifica. 

Alameda Gardens   ( 1917 -  Graphic Magazine )
Las calles adquieren una animación notoriamente española; los cafés se llenan de gente;  en las esquinas hay grupos  de desocupados que envueltos  en airosas capas españolas discuten  acaloradamente; sin  numero  de  muchachas con  flamantes  mantones de manila, adornadas sus graciosas cabezas con claveles dobles o fragantes jazmines, charlan en las aceras, en las puertas y  en los balcones y se ríen con risa franca y  lborotadora; de cuando en cuando se  escucha fugazmente el repiqueteo de unas castañuelas, el rasguear de una guitarra y después los  frenéticos aplausos y "oles" del excitado publico de algún café  cantante. 
¡España!  ¡España!  Yo te siento y te  veo en todas partes. Has entrado y te has posesionado de la roca invulnerable.  Qué importa que los centinelas ingleses  guarden tus  puertas y que los policías vigilen tus  calles aseadas?  El alma española y sutil se ha deslizado por entre las garitas  severas y silenciosas,  y  su mano que acaricia, y enloquece, ha puesto el sello de su personalidad fascinadora y pintoresca en las  casitas de alegres  colores, en  el andar reposado de su gente, en la indolencia comercial de los vendedores, siempre galantes, en las diversiones sugestivas de esa plaza fuerte "inglesa," que aun  hoy se estremece y emociona al oír los trémulos "ayes" de unas malagueñas  quejumbrosas, y se entusiasma al ver los bailes  andaluces, tan lánguidos, tan apasionados, tan llenos de ondulaciones y de misterios.

Men from Gibraltar - probably a 'tableau vivant'  ( 19th century - Francis Frith )